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Donald Trump nombró a Richard Grenell como su enviado presidencial para misiones especiales, poniendo fin a semanas de especulaciones sobre qué papel asumiría el exjefe de inteligencia del presidente electo en la nueva administración.
El presidente electo no describió las responsabilidades exactas de Grenell, pero escribió en su plataforma Truth Social que el enviado “trabajará en algunos de los lugares más conflictivos del mundo, incluidos Venezuela y Corea del Norte”.
Grenell, un acérrimo leal a Trump, era ampliamente considerado como una posible elección para secretario de Estado, pero perdió ante el senador estadounidense Marco Rubio para el puesto diplomático más alto. También fue visto como candidato para el papel de enviado para la guerra de Ucrania, que finalmente recayó en Keith Kellogg, un general retirado.
Desde entonces, Washington había estado especulando sobre dónde aterrizaría Grenell mientras Trump hacía una serie de nombramientos y nominaciones desde que ganó las elecciones.
Durante el primer mandato de Trump, Grenell fue director interino de inteligencia nacional y enviado presidencial para las negociaciones entre Serbia y Kosovo. Se consideraba ampliamente que Grenell desempeñaba un papel fundamental a la hora de presionar a Pristina durante las conversaciones, contribuyendo al colapso de un gobierno pro Washington en Kosovo.
Grenell también se desempeñó como embajador de Estados Unidos en Alemania de 2018 a 2020. Fue un mandato tumultuoso durante el cual criticó las políticas del gobierno alemán en una variedad de temas, incluido el enfoque de Berlín hacia China e Irán, lo que provocó una reacción violenta de algunos de los políticos de alto nivel del país.
También fue acusado de utilizar su cargo para forjar alianzas con partidos de derecha en Europa en general: en una entrevista con Breitbart dijo que quería “empoderar a otros conservadores” en todo el continente.
El nombramiento de Grenell como enviado para misiones especiales le otorga un mandato amplio y todavía algo vago. Pero Trump sí especificó que desempeñaría un papel clave en la política estadounidense hacia Corea del Norte en un momento en que Pyongyang se ha convertido en un aliado clave de Rusia, enviando sus tropas a luchar junto a las fuerzas de Moscú en la guerra con Ucrania.
Durante el primer mandato de Trump, el presidente electo de Estados Unidos utilizó la diplomacia directa, incluida una cumbre de alto perfil en Singapur, para negociar con Kim Jong Un, el líder norcoreano.
El papel de Grenell como enviado para Venezuela se produce a raíz de una elección presidencial en ese país a principios de este año que fue ampliamente considerada fraudulenta, pero en la que Nicolás Maduro fue declarado ganador y permaneció en su cargo.
Rubio es un duro crítico del régimen venezolano, lo que podría presagiar un endurecimiento de la política, incluidas sanciones a Maduro y sus aliados.
Se espera que la política exterior de Trump deje el multilateralismo en un segundo plano, una visión del mundo en materia de formulación de políticas que comparte Grenell. Antes de las elecciones, dijo al Financial Times que los aliados de Washington en Europa occidental están “atrapados” en una forma de pensar obsoleta.
“Nos gustan las coaliciones de quienes están dispuestos”, dijo Grenell.
“La ONU puede ser importante pero no es la única herramienta y, a veces, no es tan útil. Preferiríamos formar coaliciones con personas que quieran hacer cosas”.
El exembajador también pasó ocho años como portavoz de Estados Unidos ante la ONU durante la administración de George W. Bush.
Como incondicional aliado de Trump, ha elogiado al presidente electo por sus habilidades de negociación: “Ha demostrado que sabe cómo reunir a ambas partes en la mesa”, dijo Grenell al Financial Times. “Lo ha hecho consistentemente. Los siguientes serán árabes e israelíes, rusos y ucranianos”.
“Ric continuará luchando por la paz a través de la fuerza y siempre pondrá a ESTADOS UNIDOS PRIMERO”, dijo Trump.