Shatha no ha dejado su teléfono durante los últimos días. Sigue todo sobre el país donde creció, a través de las redes sociales y por televisión. “La gente está contenta, pero nadie sabe lo que nos deparará el mañana. Estoy en un grupo de aplicaciones con 250 mujeres y nos enviamos muchos vídeos”, afirma. “Dijimos, vayamos al centro”. Con el encuentro quiere compartir sus alegrías e inquietudes con los holandeses.
El contacto es dificil
“En Zaanstad tenemos una gran comunidad siria con familia en Siria”, dice Shatha. Todo el mundo intenta ponerse en contacto con su familia, pero suele resultar difícil. Ella misma tiene una hermana en Damasco. “Ahora hay más electricidad, pero Internet todavía no es bueno”. Sin embargo, pronto tuvo contacto con su hermana. “Ella está bien. Me han informado sobre esto antes. Cuando Assad se fue, ella no lo sabía, tuve que decírselo”.
Shatha nació en Palestina, pero fue a la escuela en Siria y también estudió allí. Hace casi 10 años huyó a los Países Bajos. Mientras tanto, ayuda a los recién llegados a Zaanstad a encontrar trabajo y un lugar en la sociedad a través de la organización NewBees. Mañana por la tarde tendrá lugar una reunión informal entre una delegación siria y el alcalde Jan Hamming.