Después de su jubilación, Jos Rietveld decidió abrazar plenamente su pasión por la marca de bicicletas Fongers de Groningen. Fanático de la marca desde su juventud, compró y restauró innumerables bicicletas Fongers, algunas de las cuales pronto se exhibirán en el Museo aan de A en Groningen. Pero la mayor parte de su colección se encuentra en su sala de exposición de Assen. “Me veo a mí mismo como el custodio temporal de este patrimonio rodante.”
La restauración de las bicicletas comenzó durante sus estudios en Amsterdam. “Empecé a coleccionar y restaurar bicicletas holandesas a finales de los años 1970 y poco a poco fui ampliando esa afición”. En aquella época, Rietveld todavía trabajaba con todo tipo de marcas diferentes, pero inmediatamente se fijó en las bicicletas Fongers.
“Fongers nunca ha querido hacer concesiones en materia de calidad; ellos fabrican las mejores bicicletas”, afirma Rietveld. El coleccionista de bicicletas puede demostrarlo inmediatamente. “Un Fongers dura toda la vida.era el lema. Aquí tengo bicicletas que tienen 120 años, es decir, dos vidas humanas”.
Después de años de trabajar en puestos ejecutivos y directivos, Rietveld ahora tiene tiempo para su gran afición. “Como director del GGD en Groningen, mi trabajo me llevaba mucho tiempo, por lo que mi afición siempre quedó en un segundo plano. Pero escribir un libro sobre Fongers era algo con lo que había soñado durante mucho tiempo. En un año escribí el libro completado y ya se han vendido 1200 copias.”
Actualmente se está renovando el Museo aan de A en la ciudad de Groningen. Parte de su colección tendrá su propio rincón en el nuevo museo.
Rietveld paga alrededor de 1.500 euros por una bicicleta realmente bonita del año 1920. Para él, eso vale cada euro. “Y si quiero deshacerme de una bicicleta así, recibiré más por ella. Por supuesto, son objetos históricos”.
A Rietveld le gusta jugar con las bicicletas, pero sólo con piezas originales. “Queremos preservar el alma de la bicicleta. Hay que ver por lo que ha pasado. Nada de sillines completamente nuevos, cuadros pintados u otras cosas. Eso está fuera de discusión. Eso es lo que creo”.
Rietveld espera añadir dos bicicletas raras más a su colección. Por ejemplo, está la montura cross, una montura masculina que se fabricó entre 1901 y 1907, de la que sólo se conoce un ejemplar. Y la Safety, antecesora de la bicicleta moderna de 1890, de la que se fabricaron entre 200 y 300 ejemplares, pero no se conoce ninguno.
“Si encuentro a esos dos, terminaré con el hobby”, dice. “Siempre buscas objetos que nunca encontrarás, pero a veces te llegan inesperadamente”.