Aún quedan dos plazas por cubrir, mientras el serbio se encuentra en Maldivas con su familia. El balance de su temporada no es positivo, pero su verdadero motor es la motivación
Desde 2010 hasta hoy, los tres primeros clasificados para las Finales del circuito ATP pertenecen todos a un solo jugador. O Nole Djokovic. En 2011 encontró el pase matemático a mediados de mayo, en el bienio 2015-16 “incluso” tuvo que esperar hasta principios de junio: tiempos lejanos de hegemonía en lo más alto del ranking. No es que el serbio esté hoy por debajo del puesto 200 en la clasificación, al contrario: su sexto puesto en la carrera con 3.910 puntos nos daría esperanzas de cara a la final que comenzará el 10 de noviembre en Turín. La cuestión es que Djokovic, con palabras y hechos, no parece haber marcado en rojo esa fecha en el calendario: hasta el punto de regalarse un viaje al otro lado del mundo, a las Maldivas, que lo proyecta en una condición felizmente opuesta a la del resto de compañeros. Todos compitiendo por una plaza en la final, muchos de ellos autosaboteándose debido a derrotas inesperadas en el Masters 1.000 de Bercy: gente como Tommy Paul (fuera con Mannarino), Ruud y Rublev, eliminados en primera ronda y con los nervios a flor de piel ( especialmente ruso). ¿Y Nole? Darse un chapuzón en el océano mientras observa distraídamente la carrera.
FUEGO LENTO
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En 2024, el serbio disputó nueve torneos, además de los Juegos Olímpicos, que sin embargo no garantizan puntos ATP. El oro en París fue su único título: un triunfo esperado durante toda su carrera para completar el Golden Slam, el que se le escapó en 2021 en Tokio. En septiembre, en una entrevista después de un partido con Serbia, reveló: “No persigo la final, no persigo la clasificación. Mis prioridades son jugar para mi selección nacional y hacerlo lo mejor posible en los Slams. A sus 37 años, después de ganarlo todo, algo ha cambiado. Siempre lo he planeado todo con seis meses de antelación, pero hoy ya no es así”. Pero no habrá saltado de alegría al releer los resultados del Slam de este año: en el Open de Australia perdió contra Sinner, el hombre que aprovechó su retirada en Roland Garros para convertirse por primera vez en el número uno del mundo. Al regresar en gran forma a Wimbledon, encontró su sexta final consecutiva sobre el césped de Londres, donde, sin embargo, fue derribado por Alcaraz. Con el oro olímpico endulzó el amargo US Open, que finalizó en tercera ronda ante Popyrin. Instantáneas de un 2024 a fuego lento para saborear en los días que Nole pasa en las Maldivas con su familia. Con una incógnita: pero si estuviera entre los 8 mejores de Turín, ¿cómo se presentaría en la final?
HAMBRE
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Un caníbal como Djokovic siempre da miedo. Sobre todo cuando “recorta” sus horas de descanso: el año pasado aterrizó en Málaga para la Copa Davis después de no permitirse ni 24 horas de descanso del esfuerzo de las Finales ATP (ganadas en la final a Sinner). Si quiere puede, a pesar de saber las dificultades que encontrará para intentar contrarrestar las aceleraciones de Jannik y Alcaraz, cuyo nivel está cada vez más aislado respecto al conjunto de los perseguidores presentes en el circuito. Sin embargo, todavía podría tener éxito en el golpe. De hecho, la diferencia pudo marcar más la motivación que el físico: en los Juegos Olímpicos su hambre de oro se cortó a cuchillo, hasta el punto de imponerse a Alcaraz en el último acto. Y luego hay que temer a Djokovic de todos modos, especialmente en el caso de los otros clasificados para las Finales: con Zverev tiene una cuenta pendiente dadas las dos derrotas en las Finales de 2018 (en la final) y 2021 (en la semifinal). , con Medvedev ha ganado los últimos 5 partidos de 6, dejando al ruso sólo con la migaja de una semifinal en Dubai el año pasado. Y el estado de forma de los demás aspirantes a la final, que persiguen el séptimo y el octavo puesto (el quinto ya pertenece a Taylor Fritz), no habrá hecho que el serbio salte de miedo en la tumbona junto al océano.
¿TE GUSTA NALBANDIAN?
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El último partido disputado por Djokovic fue la final por el tercer puesto del Six Kings Slam, el pasado 19 de octubre en Riad contra Nadal. Pero no fue válido para el ranking, así que tenemos que remontarnos a la final de Shanghai la semana anterior: Sinner le venció en dos sets, una hora y 40 minutos. Nole jugó como un león en el primer set, perdiendo sólo. en el desempate: luego aflojó su agarre. Al final de ese partido declaró: “Desde el punto de vista de los resultados fue una de mis peores temporadas, pero tarde o temprano llegaría el momento en el que no ganaría Slams y no mantendría mi máximo nivel. Ahora veremos cuáles serán los próximos desafíos”. Podemos estar seguros de que uno estará presente en sus pensamientos incluso durante sus días en la playa: el de ir a conseguir el centésimo título perdido en Shanghai, tal vez encontrando la redención en una final contra Sinner. Quién sabe, tal vez Nole reciba la posible llamada a Turín exactamente en la circunstancia en la que le ocurrió al argentino Nalbandian, en 2005: acababa de perder en Bercy, ya se preparaba para las vacaciones considerando imposible llegar a la Final. La llamada llegó cuando cerraba la puerta de su casa rumbo a la Patagonia: la única red de la que quería oír hablar era la red de pesca. A los pocos días se encontró ganando el título en la final contra Federer.
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