El granjero Kees ha sido liberado de su campo lleno de judías verdes. Por un momento pareció que los 100.000 kilos de hortalizas cosechadas podían ir directamente a la basura porque su comprador no las quería. Pero después de un grito de auxilio y mucha atención mediática, dos días después casi todo se vendió. “Simplemente me emociona”, dice Kees.
Camina incrédulo por el campo de Vessem, que hace dos días todavía estaba verde de judías verdes. Ahora el campo está prácticamente vacío. “Ya se han agotado 35.000 kilos. Pronto recogeremos 60.000 kilos. Y luego guardaré otros 5.000 kilos para los comercios agrícolas”, afirma.
El teléfono de Kees no ha estado en silencio ni un segundo en los últimos días. “La gente iba y venía. Vino una mujer de Groninga e incluso dos supermercados Plus compraron 500 kilos”, cuenta Kees. “Eso significa mucho para mí. A menudo uno piensa que es cada uno por su cuenta, pero en un momento así es 100 por ciento al revés”.
“Si hubiéramos tenido espacio, por supuesto lo habríamos ocupado.”
Kees es miembro de la asociación de productores De Schakel, que hace negocios con 400 productores. El agricultor había ofrecido 100.000 kilos de judías verdes, pero para su sorpresa el comprador no las quiso. Según Kees, De Schakel no ha cumplido los acuerdos, pero según la asociación de productores esto no es cierto.
“Conocemos al agricultor Kees desde hace mucho tiempo y a menudo hacemos negocios con él. Pero este año no hemos llegado a ningún acuerdo con él, y mucho menos a un contrato”, explica Kees Geven. “Él sembró esas judías él mismo y luego nos preguntó si queríamos comprarlas. Si hubiéramos tenido espacio, por supuesto lo habríamos hecho”.
Por falta de comunicación o no, tirar un campo lleno de judías verdes es una vergüenza, pensó Thibaud van der Steen, de Ejército sin desperdicio. Escuchó la historia de Kees y comenzó una acción. “En dos días, la gente ha donado enormes cantidades de dinero, lo que nos ha permitido donar 60.000 kilos de judías verdes al Banco de Alimentos”, dice orgulloso Thibaud. Y gracias a toda la atención mediática, los otros 40.000 kilos también se han vendido.
“Afortunadamente pudimos salvar este lote de judías verdes”.
Según Thibaud, Kees no es el único agricultor que no puede vender su cosecha. Incluso aunque se hayan llegado a acuerdos, suele ocurrir que se rechacen campos enteros. Esa es la razón por la que él Ejército sin desperdicio fundada para combatir el desperdicio de alimentos.
“Para los compradores, una pieza de verdura debe tener un aspecto perfecto en cuanto a color y tamaño”, explica. “A veces se rechazan lotes enteros, aunque la calidad sigue siendo excelente. Esto nos parece ridículo, pero afortunadamente pudimos salvar este lote de judías verdes”.