Desbloquea el Editor’s Digest gratis
Roula Khalaf, editora del FT, selecciona sus historias favoritas en este boletín semanal.
La nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció el martes una estrategia de seguridad centrada en combatir a los criminales más peligrosos en los seis estados más violentos del país y reforzar la capacidad de inteligencia nacional.
Sheinbaum, exalcalde de la capital, asumió el cargo la semana pasada y ha hecho de la seguridad una prioridad en medio de una ola de violencia en varios estados del país.
La estrategia fue una de las primeras medidas esbozadas por el presidente. Ha designado a un ex policía de alto rango, Omar García Harfuch, para que se encargue de implementar el plan. Supervisará el fortalecimiento del aparato de inteligencia del país bajo un nuevo sistema nacional con más agentes y analistas de campo.
El plan se centrará en “neutralizar” a los delincuentes que perpetran la violencia en áreas con altas tasas de criminalidad, y las autoridades federales evaluarán la policía, los fiscales y los sistemas penitenciarios a nivel estatal.
Las encuestas muestran que los altos niveles de violencia se han convertido en la principal preocupación de los mexicanos comunes y corrientes.
La semana pasada, un alcalde de una ciudad del estado de Guerrero fue asesinado y decapitado; el ejército participó en tiroteos abiertos con narcotraficantes en el estado de Sinaloa; y 12 homicidios Se reportó un solo municipio del estado de Guanajuato.
García Harfuch dijo que la estrategia de Sheinbaum era una “continuación” de las políticas seguidas por el recientemente fallecido líder Andrés Manuel López Obrador.
El enfoque del ex presidente de “abrazos, no balazos”, que se centró en las causas profundas de la violencia y evitó la confrontación entre las fuerzas de seguridad y los criminales, ha sido ampliamente criticado.
Los analistas de seguridad dicen que esto llevó a que los grupos del crimen organizado aumentaran su control territorial en todo el país, y que el número de homicidios y personas desaparecidas alcanzara niveles récord.
El mandato de López Obrador también coincidió con un punto bajo en la cooperación en materia de seguridad con Estados Unidos. La seguridad en las dos naciones está interconectada: las armas estadounidenses fluyen hacia el sur hacia los grupos narcotraficantes mexicanos que envían drogas mortales, como el fentanilo, hacia el norte.
El ex presidente otorgó grandes poderes al ejército mexicano, asignándole vastas responsabilidades económicas, desde el manejo de aduanas hasta los aeropuertos. También reemplazó a la policía federal con una nueva Guardia Nacional y la puso a cargo del Ministerio de Defensa.
Como resultado, García Harfuch no tendrá control directo sobre las fuerzas de seguridad y en cambio tendrá que coordinarse con los militares, que tradicionalmente son reacios a compartir información con agencias civiles y gobiernos estatales.
En 2020, hombres armados intentaron matar a García Harfuch, entonces jefe de policía de la Ciudad de México. Sobrevivió al intento de asesinato pero viaja con un destacamento de seguridad.
Los funcionarios estadounidenses han expresado optimismo de que la cooperación en materia de seguridad podría mejorar bajo el gobierno de Sheinbaum, basándose en su experiencia con ella y sus funcionarios.
Los homicidios en México aumentaron por primera vez en 2008 durante la presidencia de Felipe Calderón, mientras éste libraba una guerra abierta contra los cárteles de la droga. También hay una larga historia de corrupción, con funcionarios públicos en nómina de los poderosos grupos narcotraficantes.
Esta historia hace que algunos mexicanos sean cautelosos ante una ofensiva total contra ellos.
“La guerra contra los cárteles de la droga no va a regresar, no estamos buscando ejecuciones extrajudiciales”, dijo Sheinbaum el martes. “Usaremos la prevención, la atención a las causas y la inteligencia y presencia física”.