“Las mujeres tienen derecho a la vida, a su vida y a la vida de sus hijos.” Así respondió el Papa Francisco a una pregunta sobre el aborto en la rueda de prensa en el vuelo de Bruselas a Roma. “Un aborto es un asesinato, se mata a un ser humano”, y “los médicos que hacen esto son, permítanme la palabra, sicarios”. «Y esto no se puede discutir», porque «la ciencia te dice que en el mes de la concepción ya están todos los órganos… Se mata a un ser humano». Refiriéndose al rey Balduino de Bélgica, antiaborto, por quien anunció que la causa de beatificación procederá, Francisco dijo: «El rey fue valiente porque ante una ley de muerte, no firmó y renunció. Se necesita coraje, ¿verdad? Ese hombre es un santo y el proceso de beatificación continuará”.
En el último día de su visita a Bélgica, el Papa Francisco volvió a hablar del escándalo de la pederastia. Sus palabras no dejan lugar a malentendidos. «En la Iglesia – tronó el Pontífice – no hay lugar para el encubrimiento de los abusos. Obispos, no encubráis los abusos”. Y nuevamente: «El mal no se puede ocultar, el mal debe salir a la luz. Que se sepa. Como lo hicieron algunas personas maltratadas y con valentía, que se sepa. Y que se juzgue al abusador, ya sea laico, sacerdote u obispo. Que sea juzgado”. Estas palabras fueron seguidas de aplausos. “Las personas maltratadas – dijo – son el lamento que sube al cielo, que toca el alma, que nos avergüenza, que nos llama a convertirnos”.
Desde su llegada a Bélgica el viernes, visitando el castillo de Laeken, el Pontífice no ha dudado en abordar esta cuestión pidiendo “perdón” por esta plaga ante la cual la Iglesia “debe avergonzarse”. Pero si el rey Felipe reconoció que el Papa había “denunciado intransigentemente” esta “tragedia indescriptible”, el primer ministro Alexander De Croo le pidió “medidas concretas” porque “las palabras ya no bastan”.
También el viernes, el Pontífice se reunió con 17 personas víctimas de abusos por parte del clero en Bélgica. Durante el encuentro, que duró más de dos horas, los participantes pudieron acercar al Papa su historia y su dolor y expresaron sus expectativas sobre el compromiso de la Iglesia contra los abusos. “Sentí su sufrimiento”, confió el Pontífice. “Y repito: en la Iglesia hay lugar para todos” pero “no hay lugar para los abusos” y “no hay lugar para el encubrimiento de los abusos”. Por lo tanto, debemos “condenar a los abusadores y ayudarlos a recuperarse de esta enfermedad”.