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Una empresa cuya calificación crediticia cae del grado de inversión al estatus de basura se conoce como “ángel caído”. El descenso de Boeing al inframundo de los altos rendimientos está cada vez más cerca. Las entregas de aviones estancadas, junto con un paro laboral reciente de miles de maquinistas, harán que el flujo de caja se hunda aún más en números rojos.
Sin embargo, a pesar de su desfile de problemas operativos y financieros, Boeing todavía cuenta con una cartera de pedidos de 5.400 aviones por un valor de 437.000 millones de dólares, y eso debería ser suficiente para que los inversores de capital se animen a participar en una oferta de acciones cada vez más esperada de quizás 10.000 millones de dólares.
La dirección de Boeing está intentando convencer a Wall Street de que es sólo cuestión de tiempo hasta que su máquina de efectivo se ponga en marcha de nuevo. El programa insignia de la compañía, el 737, de fuselaje estrecho (paralizado por las investigaciones regulatorias sobre seguridad), estaba apenas empezando a ponerse en marcha de nuevo antes de la huelga de los trabajadores. Han surgido problemas de producción separados con el 777 y el 787. Para colmo de males, el negocio de defensa aeroespacial de Boeing también está tambaleándose en estos momentos (entre sus problemas figuran dos astronautas atrapados en el espacio).
Pero los aviones que esperan ser ensamblados y entregados ya están comprometidos. La cuestión por ahora es tener suficiente efectivo disponible para las necesidades de capital de trabajo, hasta que se puedan realizar y pagar las entregas. Boeing dice que le gusta tener alrededor de 10.000 millones de dólares en efectivo a mano. En el último trimestre, después de una emisión de bonos por 10.000 millones de dólares, el efectivo ascendía a 13.000 millones de dólares, frente a los 58.000 millones de dólares de deuda total.
Boeing dice que defenderá su estatus de grado de inversión, que está cada vez más en peligro después de que la semana pasada Moody’s lo pusiera en observación por una posible rebaja de calificación. Los analistas de la firma de investigación CreditSights calculan un gasto de intereses adicional de 400 millones de dólares de ciertos bonos de Boeing que reajustan su cupón en caso de una rebaja de calificación. En el mercado secundario, muchos fondos mutuos que poseen deuda de alto grado se verían obligados a vender títulos de Boeing si ya no tuvieran la calificación adecuada.
La conclusión es que Boeing optará por vender acciones como forma de apuntalar la liquidez para evitar el caos en el mercado crediticio. Sin embargo, esa elección sería dolorosa. Las acciones están un 65 por ciento por debajo de su máximo de 2019. Una oferta de 10.000 millones de dólares (lo que la tasa de consumo de efectivo de Boeing y las preferencias en su balance sugieren que sería un tamaño creíble) implicaría vender un poco más de una décima parte de la empresa, un tamaño absoluto y relativo que no se ve a menudo en los mercados de capitales.
El argumento en contra de Boeing es que sus múltiples problemas operativos persistirán a pesar de la insistencia de la compañía en que se avecinan días mejores. Aun así, la cartera de pedidos está repleta, lo que sugiere una capacidad de resistencia a la que debería resultar tentador apostar.