Los consumidores prefieren el precio más bajo para cosas como combustible, refrigerios o comestibles. Pero las comparaciones de precios a menudo “carecen de sentido”. Los supermercados, por ejemplo, pueden ajustar rápidamente sus precios. Y esto crea “el riesgo de una menor competencia y, por tanto, de precios más altos”, según la Autoridad de Consumidores y Mercados de los Países Bajos.
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