La selección alemana pudo continuar la tendencia positiva del Campeonato de Europa. La principal tarea de Nagelsmann será ahora mantener la tensión.
El seleccionador nacional reveló el martes por la noche en las catacumbas del Amsterdam Arena que rara vez se siente satisfecho después de un empate. Unos minutos antes, su equipo había empatado 2-2 contra Holanda y hacia el final estuvo incluso más cerca de la victoria que su rival.
Tras una fase inicial inestable, el equipo mejoró. Alemania estuvo al menos a la par de los semifinalistas de la Eurocopa, demostró la resiliencia necesaria y destacó que todavía tiene mucho potencial de mejora. El empate ante un rival de primer nivel lleva a la conclusión: este equipo es capaz de todo. También para convertirse en campeón del mundo. El seleccionador nacional ahora puede afrontar esta tarea con optimismo.
Porque con el jefe de la defensa Antonio Rüdiger y el goleador Niclas Füllkrug, al equipo le faltaban dos de los titulares más importantes. Con un factor de estabilidad defensiva adicional y una mayor dureza frente a la portería contraria, se pudieron extraer los puntos porcentuales que aún faltaban contra Holanda.
Para la DFB era importante competir contra uno de los cuatro mejores equipos de Europa. Son precisamente estas duras pruebas las que necesita el equipo, después de haber perdido experiencia debido a cuatro dimisiones, para estar preparado para los mejores partidos al más alto nivel. Es absolutamente necesario que Nagelsmann se haya declarado en modo competitivo, aunque aún queda un largo camino por recorrer para el Mundial de Estados Unidos, Canadá y México. Ya no hay regalos, ni para los jugadores ni para los adversarios. Eso es bueno y correcto.
Las experiencias positivas, que incluyen victorias y empates merecidos, ayudan a crecer la autoimagen del equipo y les dan la sensación de ser imbatibles. Y sólo con esta mentalidad el equipo podrá competir seriamente por el título del campeonato mundial.
Ahora será aún más importante fijar el próximo signo de exclamación en octubre. Después del partido fuera de casa en Bosnia, sigue el partido de vuelta contra Holanda en Múnich. Podría ser el duelo más exigente en mucho tiempo, la experiencia demuestra que en la clasificación para el Mundial aguardan calibres más débiles.
Pero con una clasificación exitosa para la fase eliminatoria de la Liga de las Naciones, que tendrá lugar el próximo verano, el equipo de Nagelsmann podría ganar más duelos contra rivales fuertes y así mantener la tensión necesaria cuando se enfrente al máximo nivel.
Los tiempos en los que la Liga de las Naciones se consideraba simplemente una molesta carga adicional han quedado atrás. El objetivo debe ser el título, el camino hacia lo más importante en dos años.