Para los fabricantes de automóviles europeos, los vehículos eléctricos son una trampa


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Era un hecho que los fabricantes de automóviles europeos iban a tener dificultades para hacer la transición a los vehículos eléctricos. Siempre era probable que nuevos participantes nativos de vehículos eléctricos, como Tesla y BYD, hicieran incursiones en el mercado, lo que provocaría pérdidas de participación para los operadores tradicionales. La mala noticia es que una transición demorada no está resultando más fácil de afrontar.

Ese fue el mensaje que surgió de la industria esta semana. Tomemos como ejemplo la decisión de Volvo Cars de suavizar su objetivo de 2030 de convertirse en un vehículo totalmente eléctrico enchufable. Esto pone de relieve cómo han cambiado las expectativas sobre la velocidad de despegue de los vehículos eléctricos. El aumento del precio de los coches, junto con la escasez de infraestructuras de recarga, han conspirado para frenar las tasas de crecimiento mundial. En Europa, donde se han recortado los subsidios, las ventas han retrocedido en los últimos meses.

Pero este retraso no supone un respiro para los fabricantes de automóviles tradicionales. Su difícil situación se resume en Volkswagen, que está considerando cerrar fábricas en Alemania por primera vez en sus 87 años de historia. Esto se produce después del anuncio del posible cierre de una planta belga durante el verano.

El problema del grupo es que la gente no solo está abandonando los vehículos eléctricos en favor de los coches tradicionales, sino que está comprando menos coches en general. De hecho, las ventas unitarias europeas (incluidos el Reino Unido y los países de la AELC) fueron de 12,8 millones en 2023, muy por debajo del pico anterior al Covid de 15,8 millones en 2019, y el crecimiento en los primeros siete meses de 2024 fue de un anémico 3,9%, según Bernstein. Nadie sabe cuánto del volumen perdido es cíclico y cuánto es estructural (la propia VW no es optimista), pero a este ritmo no se recuperará en un futuro próximo.

Por lo general, en tiempos de crisis, los fabricantes de automóviles se apresurarían a lanzar nuevos vehículos más baratos (incluso con márgenes más bajos) para atraer a los consumidores y mantener las fábricas en funcionamiento, pero la trayectoria incierta hacia la electrificación dificulta la inversión en nuevos modelos de combustión interna.

Mientras tanto, los vehículos eléctricos europeos baratos siguen siendo un sueño lejano. Este limbo también afecta a los consumidores, que pueden estar posponiendo la compra de un coche nuevo hasta que se disipe la niebla. Eso ayuda a explicar la decisión de Volkswagen de centrarse en reducir los costes y la capacidad. Harald Hendrikse, de Citigroup, prevé que el grupo no alcanzará su objetivo de margen para el año.

Es difícil imaginar cómo los fabricantes de automóviles europeos pueden prosperar mientras el mercado está en crisis. Y cuando los vehículos eléctricos finalmente retomen su camino de crecimiento (como parece inevitable), tendrán que lidiar con ventas que diluyen los márgenes y una competencia feroz. El camino del sector no parece nada fácil.

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