LAn una noche de agosto se dice que una estrella ambiciosa como la Luna en Leo ha convocado con urgencia a todos los planetas explicándoles que quería dar a luz a una hija brillante como ella. “Empecemos desde bases sólidas”, fue el comentario del signo de Tauro que quiso apropiarse de la carta natal de la futura pequeña.
“Entonces la juntaremos con un ascendente Capricornio con un don emprendedor inigualable”. Luego de un minuto de silencio la Luna en Leo comentó que no fue suficiente. Quería una hija atravesada por el fuego de la pasión.
Se detonaron Venus y Júpiter en Aries que, desde la morada de las relaciones, habría sido una fuerza comunicativa capaz de estar a la altura de todos, incluso de la Luna en Leo, la reina indiscutible de la carta natal.
¿Pero no queremos darle un toque de sensualidad? Plutón preguntó en Escorpio, molesto por no haber sido preguntado. “Voy a ser el análisis en profundidad, la capacidad de rozar nuevas iniciativas. Y le daré un toque de sex-appeal”, finalizó con una sonrisa.
¿Y quién estará en la oposición? Todos preguntaron. Marte en Géminis levantó la mano. Sí, habría plantado cara a los imprevistos de Urano en Sagitario. La Luna asintió feliz, ahora solo faltaba el nombre. Luego, después de un largo silencio, su voz clara resonó en la oscuridad: “La llamaremos Chiara. Será un destello de luz en una noche de mayo”. Y satisfecha desapareció detrás de una nube.
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