Llegado en 2014 bajo la dirección de Monchi, el holandés tuvo una relación complicada con Italia y con la afición giallorossi, con la que nunca se estableció ningún vínculo
Siete años, aunque la crisis ya había llegado hace algún tiempo. Rick Karsdorp se despidió ayer de la Roma de la forma quizás más triste: una rescisión de contrato, un contrato que habría durado hasta 2025. El holandés del tupé rubio y numerosos tatuajes ha abandonado Trigoria, donde entrenaba solo desde julio, en un campo. Muy lejos del primer equipo. Una exclusión de carácter técnico pero también conductual, una fractura que se volvió irreparable tras el error con el Leverkusen y los aplausos irónicos en la aventura de Karsdorp ha experimentado más bajas que altas y merece un capítulo especial.