Por Karin Hendrich
¿Qué se hace con 658 monturas de gafas robadas? Vendo para saldar deudas…
Milan M. (54), mecánico de automóviles de Serbia, ante el tribunal de distrito por cinco robos en ópticas: “Vine a Alemania para ganar dinero aquí en la construcción, pero primero Corona arruinó sus planes”. Luego su padre también enfermó gravemente. Pidió dinero prestado. A tipos de interés usureros.
“Después de las primeras cuotas, ya no podía soportarlo más”. Sin embargo, la presión para pagar era alta. Y esto le impulsó a irrumpir una y otra vez: en sucursales de una cadena de ópticas en Lankwitz y Schöneberg. En tiendas de Biesdorf y Potsdam. (Allí también le llevaron un autorrefractómetro y un medidor de lentes). Y en una joyería de Charlottenburg. La evidencia de ADN lo delató.
¿El informante? El prestamista. Le mostró las escenas del crimen de antemano (“¡Tienes que entrar aquí!”) Y recogió el botín días después. “¿Qué hizo con eso? No lo sé.”
Las consecuencias jurídicas para el acusado fueron más que leves: teniendo en cuenta una condena anterior de 11 meses (por un sexto robo en una óptica), sólo estuvo en libertad condicional durante dos años. Y esto a pesar de más de 200.000 euros en concepto de daños, que el demandado nunca podrá devolver.
Con el veredicto por robo, el tribunal cumplió con la confesión integral, el remordimiento y la promesa de “nunca más”.