Es la entrada principal al centro de la ciudad para los viajeros en tren y autobús. Pero la llamada alfombra amarilla entre el Museo de Groninga y el Vismarkt no es una tarjeta de visita. Cada vez más yonquis y traficantes determinan la escena callejera. Las molestias y las agresiones están aumentando. Según los residentes locales y los empresarios, la policía y el municipio hacen muy poco.
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