Pasadena, 1994, Italia y Brasil se juegan el título mundial: la historia de un penalti en el cielo de Los Ángeles


Baggio llevó a los Azzurri a la final y luego pateó el penalti decisivo: la historia de un epílogo cruel y cómo dos equipos opuestos llegaron allí en el calor infernal de América.

Por quienes un 17 de julio de hace treinta años estaban en edad de razón, por quienes afrontaron la vida con alegría despeinada o por quienes la midieron por el espejo retrovisor; para quienes vivieron las emociones que hacía circular el circo del fútbol o para quienes siguieron los rebotes asomándose distraídos por el ojo de la cerradura; Aquel penalti cometido por Robi Baggio entre las falsas estrellas del cielo americano de Los Ángeles sigue siendo un misterio, un abismo de preguntas sin respuesta, una ecuación sin resultado. Perdimos un Mundial, todos nos sentimos más solos y afrontamos los días siguientes con la certeza de que el fútbol -al igual que la vida- no entrega justicia a quienes lo frecuentan, sino pequeñas verdades parciales que hay que atesorar. Han pasado treinta años y miles de maldiciones, los chicos de aquella época son hombres, el fútbol ha cambiado de piel, ya no hay Baggios pero aquel penalti -ese disparo tan incongruente y desenfocado- todavía tiene el poder de la inmortalidad, como si mantuvo en su huella celestial -sí, se fue alto, muy alto y muy lejos de cualquier lógica- una nostalgia de la que no podemos prescindir.



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