En teoría, el jueguito parece fácil: si una empresa que produce coches y motos se dedica a motores, no debería ser un problema “marinizarlos”. Sin embargo, este no es el caso, especialmente si hablamos de producción en masa. E incluso ciertos tiros no son fáciles. Véase el intento poco exitoso de Tullio Abbate de montar el bóxer de 12 cilindros del Ferrari Testarossa en una de sus joyas a mediados de los años 80. En los años 90, Ferrari llevó el V8 de 390 CV al Riva 32 pero sólo por 40 unidades. El histórico rival Lamborghini, en este caso, se anticipó al Cavallino propulsado -con un par de Lamborghini V12 de 4,0 litros y 350 CV- un icónico Aquarama, convirtiéndolo en el más potente de la historia. En 2021, la empresa Sant’Agata Bolognese probó suerte en Tecnomar con el Lamborghini 63, un elegante 20 metros pero curiosamente propulsado por dos motores diésel V12 Man biturbo de 2.000 CV. Confirmación de que el juego no es sencillo y que una colaboración entre el mundo del coche y el de la navegación suele tener más sentido. Un ejemplo fue el de Opel (en la foto) y BMW que suministraron las bases diésel para fabricar los fuerabordas de Oxe Marine, marca de la sueca Cimco Marine. Recientemente, Maserati ha diseñado un motor de diez metros: el Trident, creado en colaboración con Vita Power, una start-up especializada en barcos eléctricos, que tiene una potencia máxima de 600 CV. Dicho esto, veamos las casas que están activas en el mar de forma continuada o que están a punto de hacerlo.