un dia en "casa" Leclerc: los lugares en el corazón del Príncipe de Ferrari

Nuestro tour exclusivo en Montecarlo. En su antiguo colegio: «Todos los alumnos de Fontvieille quisieran ser Charles». El piloto: «Me gusta que los profesores vean que esas ausencias están servidas». El amigo restaurador: «Sus platos favoritos son…»

por nuestro corresponsal Mario Salvini

03 mayo 2022 | 10:27

– Montecarlo (Mónaco)

En los balcones de los edificios a lo largo del tramo del puerto, desde hace cuatro años, se cuelgan pancartas rojas y blancas con las palabras «Daghe Charles» en los días del gran premio. No es ni francés ni italiano: es un dialecto monegasco. Vamos Carlos. Como cantan en el estadio Luis II de Mónaco, “Daghe Munegu”. Vamos Charles, orgullo de la ciudad. Enfant du Pays como nunca antes lo habían visto. Desde siempre, desde que existe la F1, decenas de compañeros suyos de todo el mundo han dado residencia en el Principado. Pero, como sabe cualquiera que viva allí, hay una gran diferencia entre tener una casa y una dirección y tener un pasaporte. Hay toda una serie de privilegios, de puestos de trabajo en el casino o en cualquier organismo público, para los que es necesario ser ciudadano. Así como para acceder a alquileres controlados e hipotecas para apartamentos que de otro modo requerirían millones. Para Charles, no es una cuestión de dinero, por supuesto. Pero nunca lo fue. Desde el principio la diferencia está en el cariño, en el sentido de pertenencia y en el orgullo. “Montecarlo es pequeño, todos nos conocemos”, repitió muchas veces. Y todo durante un siglo desde la ventana miraba pasar el mundo, con la certeza de escuchar un himno extranjero. Hasta que llegó, y los dos conceptos se superpusieron: el mundo se convirtió en el patio trasero. En lugar de dividirse entre campeones llegados de quién sabe dónde, los monegascos se han convertido todos en sus hinchas.



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