Sentado en diagonal frente a mí en el tren había un niño que parecía nervioso mientras se llevaba el teléfono a la oreja. Empezó a llamar: “Hola”, llegó la voz desde el compartimento. “Estaba en la escuela para mi ceremonia de graduación y…” Siguió un silencio mientras el chico tragaba. “Hice algo estúpido. Después olvidé mi diploma en el baño. ¿Podrías comprobar si todavía está allí? Los ocupantes del compartimento escucharon atentamente. Luego de un minuto de espera, el niño suspiró aliviado y concluyó: “Genial, gracias. Mañana iré a recogerlo”.
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