Por preparar múltiples liquidaciones y pertenecer a una organización criminal, Saied H., de 40 años, de Meppel, ha sido condenado a siete años de prisión. Así lo determinó el lunes el tribunal de Rotterdam.
Poco después de que H. fuera puesto en libertad tras una condena de ocho años por dirigir una banda de narcotraficantes que operaba desde Meppel, empezó a preparar ataques con otros delincuentes. Uno de los objetivos era el empresario inmobiliario Chris Kraijpoel, de Soest, condenado. Kraijpoel es mejor conocido por la compra del famoso club de sexo Yab Yum de Ámsterdam.
Las discusiones en el inframundo llevaron a planes para matar a tres hombres. H., apodado por el Ministerio Público “corredor de asesinatos”, fue encargado de organizar la liquidación, entre otros, del criminal turco buscado internacionalmente Ahmet G.
De Meppeler envió a Elmain K. (31) de Koudum, en Frisia, para llevar a cabo los intentos de asesinato. K. fue condenado por el tribunal de Rotterdam a cinco años de prisión.
organización criminal
Junto con otras personas, H. y K. formaron una organización criminal que, según el tribunal, además de preparar asesinatos, también se dedicaba al blanqueo de dinero. Los hombres se comunicaban a través de cuentas en Encrochat y Sky EEC, servicios de mensajería cifrada que ahora han sido descifrados por la policía. Entre otras cosas, se colocaron rastreadores GPS en los coches de sus objetivos potenciales para poder seguirlos.
La detención de Saied H. y Elmain K. en mayo de 2022 trastocó los planes de liquidación. H. fue detenido en su domicilio de Meppel. En ese momento todavía tenía un control electrónico en forma de una pulsera en el tobillo debido a su liberación anticipada tras su condena en 2017 por el tribunal de Assen.
‘Situados fuera de la sociedad’
Hace dos semanas, el Ministerio Público exigió una pena de prisión de siete años contra H. Habían hecho los llamados acuerdos de prueba. El acuerdo significó que el Ministerio Público le impuso una sentencia relativamente favorable de siete años de prisión, con la condición de que su abogado no solicitara una investigación adicional en el caso penal y H. prometiera que no apelaría una vez condenada.
El tribunal de Rotterdam dictamina que el acuerdo cumple todos los requisitos y que la sentencia es apropiada, dada la gravedad del caso. Los jueces califican a H. de “intermediario criminal”. Según el tribunal, H. “ha sido culpable de delitos muy graves, lo que demuestra que se había colocado fuera de la sociedad y llevado una vida en la que los intereses y la vida de los demás estaban subordinados a sus intereses personales y a su beneficio económico”.