Un día después de que un traficante de drogas ilegal fuera asesinado a tiros en el corazón de Sint-Gillis, otro compañero sigue comerciando felizmente en la misma plaza. Y cómo: a veces los compradores hacen cola en el patio de recreo, y éste parece más concurrido que el supermercado de enfrente. El joven crupier, que opera desde una silla negra, ahora se siente como un rey. Esto es lo que sucede en Jacques Franckplein.
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