El palacio informó a principios de esta semana que una investigación interna había revelado por dónde entró la mujer al palacio, pero el portavoz no quiso proporcionar más detalles. “Se han tomado todas las medidas para que esto no vuelva a suceder”, afirmó. El Palacio Real tampoco presentará denuncia contra la mujer “al no haber indicios de que la mujer tuviera intenciones maliciosas”.
Pero ahora los periódicos Mediahuis revelan dónde estaba el agujero en la seguridad real: la mujer podía entrar al palacio simplemente a través del museo Belvue adyacente. Hoy en día, el museo está dedicado a la democracia belga, pero originalmente era un antiguo hotel que el rey Leopoldo II había comprado para su hija menor, la princesa Clementina. Posteriormente, el edificio fue objeto de obras de embellecimiento y se conectó directamente con el palacio (léase: se puede ir del museo al palacio sin tener que salir al exterior).
Y lo que es aún más notable: no había ningún guardia policial en el lateral del museo. “No lo niego”, responde el director An Lavens a ‘Het Nieuwsblad’. “Después del incidente, nosotros, el palacio y la policía, inmediatamente nos sentamos juntos. Hemos acordado nuevos protocolos y podemos decirles que esto no volverá a suceder. También hubo una coincidencia especial ese día por determinadas circunstancias, pero no puedo decir más”.