El jovencísimo nuevo primer ministro francés, Gabriel Attal, tiene sólo 34 años y, por tanto, es un millennial de pura raza. Pero una golondrina no hace verano: los millennials están luchando por dejar de lado el poder gobernante. Quizás sean demasiado dulces para el duro mundo de la política, señalan los expertos. “A los millennials les resulta difícil abrir la boca. Aunque eso también es necesario”.
Chris van Mersbergen
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