Un juez ha castigado a un residente que ya no quiere formar parte de la sociedad holandesa. Deberá devolver miles de euros de alquileres atrasados y abandonar su vivienda alquilada en un plazo de catorce días. El hombre, autoproclamado soberano, declara que nadie tiene autoridad para decidir sobre él, como “hombre vivo”. Excepto el juez.
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