Europa quiere recuperar el control de sus fronteras exteriores con procedimientos más rápidos y centros cerrados. Pero según las ONG, el acuerdo migratorio “histórico” es desagradable e inviable. “Esto sólo favorece a la extrema derecha.”
¿Qué se ha decidido?
El impasse político sobre la política europea de asilo se superó después de dos días y dos noches. Todos los estados miembros han acordado los cinco pilares del pacto, que deberían garantizar, entre otras cosas, fronteras exteriores más fuertes, una mejor política de retorno y más solidaridad entre los estados miembros.
A partir de 2026, todo solicitante de asilo deberá someterse a un procedimiento estándar en las fronteras exteriores. Aquellos que provienen de ‘terceros países seguros’ -como Marruecos o Bangladesh con una tasa de reconocimiento inferior al 20 por ciento- entran en un proceso acelerado. Esto es para evitar que perfiles desesperados viajen dentro de Europa.
Durante el procedimiento, la UE quiere detener a los inmigrantes en centros con libertad de movimiento limitada. Este también es el caso de las mujeres y los niños, pero hay excepciones para los menores no acompañados. Este fortalecimiento de las fronteras exteriores va acompañado de una mayor cooperación con países fuera de la Unión Europea, como recientemente con Túnez.
Un mecanismo de solidaridad debe garantizar que cada Estado miembro apoye el sistema de asilo, según una clave de distribución fija. Los Estados miembros que reciben muy pocos solicitantes de asilo tienen una opción: o aceptan a los solicitantes de asilo voluntariamente o hacen una contribución financiera a un fondo europeo. Esto debería suponer al menos 30.000 deslocalizaciones y 600 millones de euros.
¿Cuál es el impacto de este acuerdo?
Aunque los responsables políticos llaman “histórico” a este acuerdo migratorio, también es un compromiso difícil “que realmente no hace feliz a nadie”, dijo en la conferencia de prensa. Las elecciones inminentes y el viento de extrema derecha que sopla en Europa aceleraron sin lugar a dudas el proceso de toma de decisiones.
“El derecho de asilo se ha preservado en un panorama político en el que el discurso antiinmigración está ganando cada vez más terreno, algo que hay que subrayar aquí”, afirma Hanne Beirens, directora del Instituto Europeo de Política Migratoria. Según ella, el acuerdo ofrece la oportunidad de contrarrestar la frustración en las fronteras. “Países como Italia y Grecia tienen desde hace mucho tiempo la sensación de que están solos y, por eso, en estos lugares optan cada vez más por medidas contrarias a la legislación, como las expulsiones”.
“En cualquier caso, se necesitarán años para poner en práctica estas propuestas”, afirma Beirens. El acuerdo debe primero convertirse en textos legales concluyentes y luego ser aprobado por el parlamento antes de las elecciones europeas de junio. Esto sucederá bajo la presidencia de Bélgica. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ya ha anunciado que su país resistirá.
¿Qué es controvertido?
Según Beirens, no hay duda de que el acuerdo “diluirá” los derechos de los inmigrantes. Procedimientos más rápidos pueden proporcionar certidumbre más rápidamente, pero esto también crea el riesgo de “que las personas que buscan protección no tengan el tiempo ni la oportunidad de defender sus derechos”.
Además, existe el temor de que los solicitantes de asilo rechazados sean empujados aún más a manos de líderes gubernamentales con poco respeto por los derechos humanos. Por ejemplo, Túnez deportó a más de mil inmigrantes negros al desierto, según se supo este verano.
Una coalición internacional de ONG califica el acuerdo como “un día oscuro para Europa”. Según Amnistía Internacional, las medidas provocan “un aumento significativo del sufrimiento a cada paso de quien busca asilo en Europa”.
Joost Depotter, coordinador de políticas de Vluchtelingenwerk Vlaanderen, critica una división: la presión migratoria real sobre los países fronterizos aumenta a través de procedimientos fronterizos sistemáticos, mientras que los países que ya están haciendo poco pueden comprar su solidaridad. “Este compromiso es inviable, refuerza las lagunas que ya existen en el sistema actual. De esta manera sólo se allanará aún más el camino para la extrema derecha”.
Beirens también cuestiona otro mecanismo. En determinadas circunstancias de crisis, los Estados miembros pueden desviarse de las normas. “Pero algunos países se han visto estancados en una serie de crisis migratorias en los últimos años”. Entonces, lo que debería ser excepcional –como que Bélgica renuncie a sus obligaciones de acogida– amenaza con convertirse en la norma aceptada.
¿Esto cambia algo para Bélgica?
Nuestro país ya ha recibido alrededor de 31.500 solicitudes de asilo este año. Según la Secretaria de Estado de Asilo y Migración, Nicole De Moor (CD&V), con la nueva clave de distribución habrían sido 20.000 menos. Nuestro país debe soportar el 3,19 por ciento de la carga total europea.
El procedimiento fronterizo europeo también puede aliviar la presión que ejercen sobre Bélgica algunos países “seguros”, como la República Democrática del Congo (RDC), afirma De Moor. De las más de mil solicitudes, el 86 por ciento fue rechazada. La mayoría de las solicitudes proceden de zonas en conflicto como Siria, Afganistán y Palestina, según cifras del Comisionado para los Refugiados y Apátridas (CGRS).
Este ejercicio teórico supone que cada Estado miembro elige la acogida y no renuncia a su solidaridad, y que los procedimientos fronterizos funcionan. En una publicación de blog crítica, su predecesor y diputado Theo Francken (N-VA) escribe que la detección y el retorno rápidos “requieren inmensas instalaciones de recepción y autoridades de asilo” y que “países como Grecia e Italia nunca han logrado esto en los últimos 30 años”. .