ELo lo recuerdo. Una carta para alinear los recuerdos de un amor tóxico y ayudar a las mujeres que están enredadas en él a salir de él antes de que sea demasiado tarde.
“Deberías ser más femenina”
Recuerdo todas esas frases que me repetías una y otra vez.
“Ah, pero ¿por qué te vistes así para salir con tus amigos? .
“¿Tú y yo juntos de compras contigo en jeans y sudadera? No. ¡Quiero que te vistas apropiadamente!
“Incluso si estás conmigo, ¿¡¡sigues yendo a la Curva Nord para ver Génova!!?” (¡Y fui allí, y voy, en mono!)
Deberías ser más femenina. ¡Cuando te presento a mi mamá, ella te enseña! .
Como si mi madre hubiera criado a un desgraciado (Mamá, gracias por criarme como soy).
“Elige: o yo y tu amigo”
Recuerdo
“¿Pero tienes amigos varones?”
“Tienes que elegir entre tu mejor amigo y yo”.
“Cuando estoy de servicio, sales con tus amigos. Esto no es normal, ¿sabes?”.
Lo recuerdo: llevábamos poco tiempo juntos, todavía parecías normal.
Tú estabas descansando en mi casa y yo en la oficina.
Regresé y encontré la casa en perfecto orden contigo mirándome raro y dijiste:“Lo hice, incluso si deberías hacerlo, eres realmente desordenado para ser una mujer”.
Lo que me hizo sentir profundamente mal.
Porque tenía 24 y no 38 como ahora (ahora te echaría de mi casa).
Entre otras cosas en ese mi casa donde vivías, porque sin mí sólo habrías tenido una habitación, además pagada por el Estado.
Amor tóxico: visitas “sorpresa”
También recuerdo llamadas al teléfono de la oficina cuando trabajaba horas extras:
“Ah, ¿todavía estás ahí?
“Sí, te lo escribí en el mensaje…”
“Ah, vale, vale”.
Sobre que revisaras mi PC mientras no estaba en casa.
Los cálidos ojos azules de los que me había enamorado que se volvieron hielo y miraron a través de mí con infinito desprecio por cosas inimaginables.
Yo recuerdo el “Pero en estas fotos estabas mucho más delgada que ahora. ¿Cuándo volverás así por mí?
Y los mensajes llenos de desprecio y odio que me tuviste, que se convirtieron en miel cuando te envié finalmente para recoger después de 2 días tratando de hacerte entrar en razón.
Cuando te escondiste detrás del ascensor de mi casa, esperando que llegara a las 3 de la mañana, a pesar de que te dije que no quería verte ni saber más de ti.
De que desaparecieras 2 o 3 días para castigarme por algo, en tu opinión, imperdonable.
Y quién sabe con cuántos andabas en aquellos días (lo entendí después… Tus celos obsesivos tienen muchas razones, y una de ellas es que sistemáticamente haces lo que no quieres que te hagan).
Sobre cuando yo, que padecía migraña, me quedé dormido con dolor una noche y me oí decir “Ah, pero ¿cómo no vamos a hacer el amor?
Cuando en teoría estabas trabajando y de repente te encontré frente a mí gritando: “St.¡¡¡Sorprendido!!! No estaba de servicio”.
Ya.
Sorpresa.
Yo no controlo.
Sorpresa.
“Mi ex me escuchó. No tú”
Recuerdo el viaje a Verona para visitar a uno de mis mejores amigos, durante el cual me bombardeaste con mensajes de texto.
Continuamente.
Cuando me oliste las manos después de haber amasado algo y me dijiste que así debían oler mis manos.
Tuyo: “Bueno, cuando le dije que no hiciera algo, mi ex no lo hizo. Y él me escuchó a mí. A ti no.
Fui una perra muy grosera, ¿eh?
De tu madre, silenciada en la casa su de su hermano con un levantamiento de su mano sobre su boca.
De tu hermana que a los 22 años vivía controlada por ti y tu madre.
De dejarte constantemente porque no podía estar con alguien como tú.
Todo estaba mal, sin embargo, te extrañé como una droga (y una droga eras) y después de unos meses de haber terminado, apareciste en algunos de mis lugares habituales y capitulaba ante ellos.
Mis padres: sólo ahora entiendo
Pero también recuerdo a mis padres, que me dieron un ejemplo de familia y de pareja y de amor sano.
Recuerdo que me presionaron para que no estuviera contigo, y probablemente estaban tan preocupados que sólo ahora que soy madre puedo entender parcialmente lo que sufrieron.
Amigos: nunca se dieron por vencidos conmigo
Y amigos siempre dándome charlas duras porque estaba contigo.
Pero sin renunciar jamás a mí.
Nadie permitió que me ahogara en ese amor tóxico que te tenía, en el cual nunca pensé que caería.
Realmente yo.
Siempre libre en mis historias y en mi vida.
Siempre gritando mis derechos y mis verdades.
Y después de casi 2 años finalmente lo entendí.
Se me cayeron de los ojos lonchas de jamón.
Tus chistes ya ni siquiera me hacían reír.
Y ya ni siquiera parecías tan guapo.
Esto no es amor, esto es enfermedad.
Y ahí probé:“Oh, probablemente no seas una mala persona. Pero hay que recibir tratamiento. Esto no es amor, esto es enfermedad.”
Te reíste en mi cara.
Yo era el enfermo, según usted, porque quería ser libre.
No sé qué te pasó pero me alegro de que seas sólo un recuerdo lejano y horrible.
¿Cuantos no son como yo?
Pero ¿cuántos no son como yo?
¿Cuántos como tu hermana o tu madre crecieron y vivieron en este mundo pensando que era normal?
¿Cuántos no tienen la red y la seguridad que les brinda la educación adecuada que yo tuve?
Si mañana leo tu nombre en un periódico por violencia contra alguna mujer no me sorprendería.
Lo he dicho con alivio durante casi años, porque esa mujer no seré yo.
Pero últimamente ya no tengo ese alivio.
Me siento culpable.
Porque no hice nada excepto por mí mismo.
Sólo salir hoy no es suficiente para mí
Seguí adelante, pero no hice nada por todo ese mar de mujeres que en cambio están enredadas, encarceladas, gangrenosas en esta situación.
Y no sé qué puedo hacer para ayudar.
Pero como, dicen, sé escribir bastante bien, quién sabe, quizá escribir estas líneas 13 años después sirva de algo.
Con un hombre cerca que (piensa en ti) plancha y lava los pisos.
Con quien comparto cargas y honores 50/50
Y me mira de una manera que no puedes entender cuando me pongo el mono.
Sí chicos, incluso cuando me pongo el chándal de Génova y voy al estadio (Y también es Doriano)
Y tuve dos hijos con él.
Machos.
Y yo a estos dos machos Sé que, junto con su padre, les enseñaré, con el más puro y sencillo ejemplo diario, a formar al menos hombres decentes.
Chicas, escapen del amor tóxico.
La violencia no es sólo práctica.
Entonces llegan, para mí también era sólo cuestión de tiempo si no lo había cortado antes.
Pero violencia es todo lo que he descrito en estas líneas.
Y muchas cosas más.
Huye ante cada señal que no cuadra.
Y vosotros, si creéis que aunque sea una de las cosas que yo sufrí es normal para vosotros… hablad con un psicólogo.
Por qué no.
No hay Nada normal en lo que acabo de describir.
Ilaria Capurro
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