Serbia no encaja bien en los planes de ampliación de la UE


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Ningún país se ha unido a la UE desde Croacia en 2013. Pero a juzgar por las recomendaciones del miércoles pasado de la Comisión Europea, hay un impulso genuinamente nuevo detrás del proyecto de ampliación de la UE, alguna vez estancado. Bruselas propone iniciar conversaciones de ingreso con Ucrania, Moldavia y Bosnia y Herzegovina, y convertir a Georgia en candidato a miembro, un peldaño más bajo en la escala.

Algunas palabras cuidadosamente escogidas califican la iniciativa. Se recuerda a todos los miembros potenciales (incluidos seis estados balcánicos, pero muy probablemente no Turquía) que deben implementar las reformas políticas, económicas y administrativas necesarias para que sean aptos para la admisión. Pero el mensaje general es claro: la ampliación de la UE es deseable, e incluso necesaria, debido a los peligros que enfrenta Europa después de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022.

Sin embargo, si se echa un vistazo a los informes de cada país en la encuesta de la comisión, el panorama es más ambiguo. Ningún aspirante a miembro está cerca de cumplir todos los criterios de ingreso en materia de democracia, estado de derecho y estándares económicos. Un ejemplo evidente es Serbia, el mayor candidato de los Balcanes en términos de población y territorio.

Se nos dice que Serbia está haciendo muy poco para resolver sus diferencias con Kosovo, el Estado de mayoría albanesa que declaró su independencia de Belgrado en 2008. Su política exterior no está suficientemente alineada con la UE, en particular debido a su cercanía con Rusia. Serbia ha logrado avances limitados en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado. La independencia de los medios es débil.

En verdad, la comisión habría estado justificada al utilizar un lenguaje aún más fuerte. La disputa de Kosovo es un obstáculo formidable para el ingreso de Serbia a la UE. Pero no menos grave es la cuestión de si el presidente Aleksandar Vučić y su Partido Progresista Serbio son sinceros en su deseo de unirse al bloque de 27 naciones. Una lectura más realista de las políticas de Serbia sugiere que el principal objetivo de la elite gobernante es simplemente permanecer en el poder, restringiendo la oposición política y controlando el poder judicial, el aparato de seguridad, el sector público y los medios de comunicación de maneras que desafían los valores básicos de la UE. Un segundo objetivo es preservar cierto grado de independencia de Serbia cultivando relaciones con Rusia y China.

¿Adónde han llevado estas políticas? En julio, Estados Unidos anunció sanciones contra Aleksandar Vulin, jefe de la agencia de seguridad estatal de Serbia y aliado de Vučić, por su presunta participación en el crimen organizado internacional, operaciones de narcóticos, vínculos con Rusia y “promover narrativas etnonacionalistas que alimentan la inestabilidad en Serbia y la región”.

Esta acusación contra Vulin, quien renunció este mes, se refiere al surgimiento bajo el gobierno de Vučić del concepto de un “srpski svet”, o mundo serbio, una noción que recuerda la promoción del presidente Vladimir Putin de un “russky mir”, o mundo ruso. Moscú y Belgrado reivindican el derecho y el deber de “proteger” a los rusos y serbios étnicos que viven fuera de la madre patria.

En Ucrania, esto sirve como excusa para Putin para la anexión de tierras que considera parte del “mundo ruso”. Para Serbia, implica que no sólo Kosovo sino también Montenegro y la República Srpska, la parte de Bosnia y Herzegovina habitada por serbios, deberían ser parte de una esfera política de la Gran Serbia.

Estos objetivos son totalmente incompatibles con la pertenencia a la UE, pero el problema no termina ahí. Este mes, Vučić disolvió el parlamento y convocó elecciones anticipadas para diciembre con el objetivo de prolongar el gobierno de su partido. Es seguro que la votación no será más justa que las elecciones de abril de 2022 que, según los observadores independientes, favorecieron a los titulares.

Bruselas merece crédito por seguir adelante con los planes de ampliación de la UE. Pero en Serbia el proceso está estancado y perdiendo credibilidad, lo que genera dudas sobre si estos planes resolverán el problema del retroceso democrático y la inestabilidad regional en los Balcanes.

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