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“Contraté a la hermana de mi amiga como anfitriona en nuestro restaurante. Tres horas después, ella canceló su primer turno y me dijo que estaba pasando por un momento difícil. A los treinta minutos de comenzar su turno de cena, comenzó a publicar fotos en Instagram de ella en una fiesta en Canadá. Vivimos en Nueva York. La despedí por mensaje instantáneo. Nunca trabajó y luego intentó solicitar el seguro de desempleo. LUEGO, su padre me llamó y trató de amenazarme para que la volviera a contratar. Tenía 34 años”.