«Vi esa mierda la noche de apertura, estreno de medianoche, en una casa llena. En el punto medio, toda la audiencia se había rebelado. Alguien se puso de pie y gritó: ‘¡Se pronuncia Sokka, idiota!’ Todos se rieron y, a partir de ese momento, eran 100 personas en grupo, asando la película, sin importarles una mierda, arrojando palomitas de maíz a la pantalla y conversando sobre lo terrible que era la película».